Es una pregunta muy recurrente en consulta y su respuesta interesa mucho a mis pacientes. Me encantaría arrancar este post contándoos que se ha descubierto una molécula que, de forma efectiva, frena el envejecimiento; una suerte de elixir de eterna juventud que, como por arte de magia, actúa impidiéndolo. Muy a mi pesar esto no es así, pero sí puedo contaros cómo ralentizar el envejecimiento. Porque esto sí es posible. 

En cuanto al proceso de envejecimiento no hay duda de que portamos una carga genética que no podemos modificar; sobre esto no cabe discusión alguna. Pero lo que sí está más que demostrado es que la elección de una serie de hábitos saludables dentro de nuestro estilo de vida (el conocido exposoma), pueden, sin duda, frenar el envejecimiento celular, y consecuentemente, aminorar el proceso de envejecimiento. 

Ralentizar el envejecimiento de forma natural, ¿es posible? 

Como hemos comentado, la carga genética está ahí, pero existe algo por encima de nuestro genoma, la “epigenética” (la parte que se lee del mensaje de nuestro código genético). Esto se traduce en que el ambiente influye de forma decisiva en la expresión de nuestros genes, de ahí la relevancia de nuestro estilo de vida, porque, sin duda, juega un papel fundamental en nuestra forma de envejecer. 

Hasta la mejor de las genéticas se pueden echar a perder con unos hábito de vida poco o nada saludables. El tabaco, la radiación solar, una dieta pobre en antioxidantes y la contaminación ambiental, son, sin lugar a dudas, los mejores amigos del envejecimiento prematuro. O lo que es lo mismo: los principales enemigos de una piel sana.  

Consejos para ralentizar el envejecimiento 

Los cimientos sobre los que se asienta cualquier plan de envejecimiento saludable están al alcance de todo el mundo, es decir, no son exclusivos de aquellos que pueden permitirse tratamientos exclusivos. Veamos qué hábitos te ayudarán a ralentizar el envejecimiento, mientras mejoran tu calidad de vida. 

¡Ojo con el sol! 

Una piel expuesta al sol sin protección solar, de forma permanente, va a ser una piel arrugada, deshidratada y una piel con manchas. Una piel con componente vascular, de tono apagado, incluso con mayor flacidez. En definitiva, una piel de menor calidad, o lo que es lo mismo: una piel foto-envejecida. 

La piel tiene memoria, y cada vez que te has quemado a lo largo de tu vida has dañado esa piel. Por ello es fundamental cuidarla y protegerla los 365 días del año. 

Aunque el aspecto juvenil de nuestra piel es algo que nos preocupe a todos, lo más preocupante de una exposición solar sin factor solar de protección, es el riesgo al que nos exponemos de desarrollar graves lesiones cutáneas malignas. 

¡Adiós, tabaco! 

La piel de los fumadores es una piel deshidratada y opaca, con un subtono grisáceo. Además, fumar contribuye a la formación de arrugas y surcos profundos, arrugas alrededor de la boca y labios más finos. 

¡Haz ejercicio! 

La práctica de ejercicio es una costumbre que influye de forma notable en el aspecto de nuestra piel. La actividad física activa nuestra circulación, y una piel oxigenada, es una piel de mayor calidad además de una piel estéticamente más bonita. 

¡Fuera estrés! 

Limitar en la medida de lo posible el estrés y vivir una vida tranquila, es una recomendación que influye positivamente en la juventud de la piel. Aunque dados estos tiempos acelerados que vivimos, soy consciente de que parece una misión imposible frenar nuestro ritmo de vida frenético y reducir el estrés. 

¡A dormir como un bebé! 

Otra de las prácticas, demostradas científicamente, que influyen en el aspecto saludable de nuestra piel es la rutina de sueño. Dormir 7-8 horas diarias retrasa el envejecimiento 

¡Cuida lo que comes! 

Una buena alimentación es el cimiento sobre el que se construyen las buenas prácticas para ralentizar nuestro envejecimiento. El abuso de alimentos procesados ricos en colesterol o triglicéridos, consumir alcohol en exceso, o no ingerir la cantidad adecuada de frutas y verduras, tienen reflejo directo en nuestra piel. 

Por ello es importante instaurar las costumbres de la dieta mediterránea rica en antioxidantes. Una dieta variada que incluya de forma equilibrada frutas, verduras, legumbres, pescado, ácidos grasos Omega 3, etc. 

Otra fórmula es recurrir a la llamada “dieta antiaging”; además de mediante una nutrición variada y equilibrada, incorporando de forma abundante aquellos componentes de la dieta importantes para ralentizar el envejecimiento: los antioxidantes. 

Éstos son unas sustancias presentes en determinados alimentos que combaten la degeneración celular y el daño oxidativo que producen los radicales libres. Gracias a los antioxidantes, las células se protegen, retrasando el envejecimiento y disminuyendo el riesgo de padecer ciertas enfermedades. Algunos ejemplos: las vitamina A, E, C, el selenio, el zinc, el licopeno, el betacaroteno, los flavonoides, etc.

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Medicina estética: el aliado contra el envejecimiento 

Todos los buenos hábitos descritos anteriormente van a, dicho de forma coloquial, “levantar el pie del acelerador” del envejecimiento. Pero éste es un proceso que va a seguir su curso, y nuestra piel va a arrugarse y a perder su firmeza como parte de nuestro proceso vital. Y aquí es donde juega un papel protagonista el especialista médico estético y los tratamientos enti-envejecimiento. 

La bioestimulación de la piel y sus tejidos adyacentes permite, mediante diferentes procedimientos (como la infiltración de ácido hialurónico, hidroxiapatita cálcica, ácido poliláctico; o el uso de diferentes tecnologías, como los ultrasonidos, la luz pulsada, o la radiofrecuencia, por ejemplo) activar los mecanismos que ponen en marcha la regeneración tisular y la formación de colágeno. 

También mediante aquellos tratamientos neuromoduladores, específicos para corregir arrugas dinámicas o de expresión en entrecejo, patas de gallo y/o frente, y que consiguen relajar, durante algunos meses, los músculos faciales, previniendo la formación de arrugas y suavizando las existentes, hasta ser casi inapreciables.